domingo, 19 de abril de 2009

-51- DIOS ES MI PASTOR, NADA ME FALTARÁ

Cuando estamos sumergidos en dificultades, contratiempos, enfermedades, etcétera y se posesiona de nosotros cierta tristeza y cierta depresión haciéndonos olvidar el lado positivo de la vida, es cuando no debemos olvidar a Dios, porque Dios nunca falta y con él nada nos falta.
El espíritu de Dios llena la tierra y nosotros debemos invocarlo para que nuestro ser se llene de Él, a fin de hacer frente como es debido a las dificultades de la vida.
Si tenemos fe y creemos firmemente en la prescencia de Dios en nosotros, nada nos faltará y podremos vencer la depresión y la tristeza y seguir adelante a pesar de todo.
Esto no es teoría ni un decir por decir. Esta comprobado en millones de seres humanos. Si sentimos esa inquietud de Dios en nosotros, es porque el espíritu esta trabajando en y para nosotros. Si en medio de las contrariedades pensamos: ¿Qué significa la vida? ¿Qué sentido tiene? ¿Es esta vida un simple callejón sin salida? ¿Se ha acabado sencillamente todo?¿Tiene esta vida un fundamento último? Si nos hacemos estas y otras preguntas sobre la vida, significa que el Espíritu Divino no está irrumpiendo en nosotros y nos hace experimentar sus profundidades. Debemos escuchar a nuestra conciencia y decirnos: o con el Espíritu o contra el Espíritu.
Ir de la mano del Espíritu de Dios es ir superando las dificultades y los problemas de la vida con fe, con resolución, con fortaleza, con sosiego, con la seguridad de que nada nos faltará porque el poder de Dios está presente en nosotros y en el mundo.
Ir en contra del Espíritu de Dios es ser antiDios, antivida es decidir con un orgullo y con una soberbia que corroen, consumen y arruinan nuestra vida. Es quedarnos solos, tristes, deprimidos, maldiciendo la vida y el mundo, sintiéndonos engañados, afligidos en un abismo. Quien realmente busca a Dios lo encontrará y se sentirá protegido y seguro, cualesquiera que sean las contrariedades.
Debemos tomarnos en serio y tomar en serio nuestras experiencias, sino nadaremos siempre superficialmente en la vida y haremos de ella una farsa. Es fatigoso tomarnos en serio, pero si no lo hacemos nunca encontraremos a Dios.
"Busquen y encontrarán".

miércoles, 8 de abril de 2009

-56- PARA VIVIR BIEN HAY QUE AMAR A LOS DEMÁS

La vidaterapia consiste en la limpieza e higiene de nuestra vida, a fin de vivirla bien. Pero "nuestra vida" comprende al mundo,comprende nuestra relación con el prójimo. El proceso del conocimiento de sí mismo involucra el conocimiento del otro, a fin de crear un interrelación adecuada para el bienvivir.
El conocimiento de sí mismo debe ser la fuente de apertura hacia el prójimo. Si yo me voy conociendo tanto en mis fuerzas como en mis debilidades, tanto en mis virtudes como en mis defectos, también debo conocer las capacidades y las necesidades del prójimo.
Al irme conociendo mejor y al ir conociendo mejor al otro puedo aprender a amar en una forma más adecuada, no sólo dejándome llevar por los sentimientos, sino con base en la realidad de las relaciones, con base en la acción, al hacer, y no sólo viviendo fantasías de amor. Una cosa es tener buenas intenciones de amar, de hablar de Dios, de hablar de amor, y otra cosa es lo que realmente hacemos en la práctica de relación con nuestros semejantes.
Decimos que amamos a la familia: ¿Hacemos en realidad lo que tenemos que hacer, renunciamos a algo cuando tenemos que renunciar, nos sacrificamos cuando es necesario el sacrificio, demostramos verdadera confianza en la familia? Éstas y otras preguntas tenemos que hacernos para que nuestra teoría del amor se convierta en la práctica del amor.
Los que se entregan a la comunidad: ¿Lo hacen por amor o por sentirse importantes? Para vivir bien debemos aprender a amar y amar es dar sin esperar recibir, aunque la experiencia enseña que siempre se recibe. Otros creemos que amar es trabajar duramente para lograr el sustento de la familia y al mismo tiempo contribuir para la comunidad. Esto es bueno. Pero es contraproducente si al mismo tiempo nuestras relaciones familiares son pésimas, nuestro trabajo es una angustia continua y no hay armonía en nuestras relaciones comunitarias debido a nuestro agrio carácter o volátil temperamento.
Vivir bien es vivir en buena armonía, con bondad, con paciencia, con buenas intenciones hacia los demás, pero siempre firmes en nuestras convicciones y valores. Vivir mal es vivir con angustia, con molestia, con ira, con prisa, con tensiones inadecuadas, con gritos, con furia, con mala fe hacia los demás.
El amor a mismo y el amor al prójimo son los caminos que conducen al bienvivir.