miércoles, 26 de agosto de 2009

- 52 - MUCHO DEPENDE DE MI

¿Existen la buena suerte o la mala suerte?
Estamos acostumbrados a pensar que si existen y que hay aspectos en la vida que no están del todo bajo nuestro control: enfermedades, muertes, fracasos laborales, problemas familiares, o frustraciones personales.
Sin embargo, está demostrado que las personas que hacen frente a estas problemáticas con una actitud positiva frente a la vida, en términos generales "tienen más suerte" y encuentran más felicidad que las personas con actividad negativa y que hacen constantemente énfasis en su mala suerte. Por eso mucho depende de nosotros, de como reaccionamos frente a las contrariedades (muchas veces atraídas por esa actitud negativa) y frente al condicionamiento exterior.
El mundo es como es, pero en definitiva es como uno lo ve como uno piensa de él.
Frente a una tragedia es posible que la mayoría reaccionemos de una manera emotiva, triste, acongojada. Sin embargo, hay personas que reanudan su vida depresivamente, pensando que todo la mala suerte del mundo le ha caído encima y les cuesta rehacer positivamente su vida; y hay personas que reaccionan con actitud positiva y vuelven rápidamente al cauce de la vida. Mucho depende de nosotros.
Está demostrado que el pensar positivamente atrae buenos resultados (buena suerte) y el pensar negativamente atrae consecuencias problemáticas (mala suerte). ¿Cuántas veces no sabemos aprovechar una buena oportunidad y las consecuencias las achacamos a la mala suerte? Podemos creer o no en este destino de la suerte, pero una cosa es cierta: ese destino en un buen porcentaje depende de lo que nosotros somos, pensamos y hacemos con respecto a nuestra vida.
Los imprevistos, buenos o malos, no son predecibles y suceden, pero dejarnos arrastrar a no por ellos depende con qué tipo de filosofía los tomamos nosotros. Nuestra filosofía de la vida influye enormemente en la clase de impacto que pueda hacer cualquier suceso imprevisto para ir poniéndolo o no bajo nuestro control.
Tratemos de no abusar de nuestro sugestionamiento hacia la mala o buena suerte. Mejor darnos cuenta de cómo nuestra actitud mental puede aprovechar una buena oportunidad o puede hacer frente con valor a las adversidades.

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