sábado, 3 de mayo de 2008

-128- HAY QUE SUPERAR LAS DEPRESIONES

El suicidio es la máxima expresión de la depresión.
Es posible que en ciertos momentos de nuestra vida, por propia naturaleza o por problemas difíciles, hayamos pensado en desaparecer, llegando la imagen del suicidio a nuestra mente.
Sin embargo, hemos superado el problema de alguna manera y no hemos vuelto a preocuparnos por esas depresiones tan fuertes.
Pero es posible que una naturaleza sea tan propensa a la depresión y el problema que se presenta sea tan grave, o por lo menos que la persona lo vea tan grave y tan superior a sus fuerzas y sus capacidades, que tome la decisión de suicidarse en un momento de plena crisis interior.
Si hemos tenido experiencias con ciertas depresiones, debemos darnos cuenta de que su causa puede derivar de nuestra propensión al pesimismo y a la auto compasión que nos hacen ver los problemas más grandes de lo que son en realidad.
También una muerte, una enfermedad grave, el estar sin trabajo, un problema matrimonial serio, etc, puede ser causa de depresión y es importante que nos demos cuenta de ello y así poder superar ese estado de ánimo haciendo lo necesario y poniéndonos en las manos de Dios con plena fe y confianza.
Dios nos iluminará y nos mostrará el camino y lo que tenemos que hacer para vencer la depresión.
Cuando nuestras fuerzas de reserva se sientan vencidas por la depresión, debemos buscar siempre compañía positiva y optimista, alguien que nos sepa escuchar, y si es necesario y conveniente buscar ayuda profesional.
El problema de la depresión puede ser un círculo vicioso de malestar y pesimismo, donde vemos todo tan negro, complicado y difícil, que la propia depresión puede ir en aumento si no buscamos la ayuda a tiempo, sea familiar, del amigo o profesional.
Es importante, si la depresión es muy grave, darse cuenta a tiempo de que uno puede perder el control, no ser ya dueño de sí, y así encaminarse al fatal suicidio.
Cuando comienzan los síntomas de una depresión debemos pensar en las personas que nos rodean, en nuestros hijos, en nuestro cónyuge y volcar nuestro amor hacia ellos y otras personas.
Creamos profundamente en que todo tiene solución y que con acción y fe y experiencias pasadas ya superadas, se puede ver la vida de otro color.

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